Los alimentos que curan. Por el ingeniero agrónomo Rigoberto Abello Soto

Los alimentos que curan
Por: Ing. Rigoberto Abello Soto

 

Desde siempre se ha creído que los alimentos tienen propiedades curativas, pero con la aparición de los fármacos había ido cayendo en el olvido el uso medicinal de nutrientes como el ajo, la leche, las espinacas o el marisco. Sólo en las últimas décadas ha empezado a demostrarse que esas tradiciones no se basaban en la superstición, sino en principios explicables desde un punto de vista científico.

Jean Carper, especialista en Medicina y Nutrición, expone los descubrimientos más recientes y asombrosos en este terreno, como la acción de la cebolla sobre el corazón o las propiedades antibióticas de los arándanos; describe, uno por uno, los principales alimentos curativos, desde el aceite a la zanahoria, comparando la tradición popular y las propiedades terapéuticas comprobables, e incluye por fin una guía de prevención de enfermedades mediante el consumo de alimentos.

El doctor Norman Farnsworth dirige el programa de investigación en Ciencias Farmacéuticas en la Facultad de Farmacia, del Centro de la Salud en la Universidad de Illinois en Chicago, ha dedicado toda su vida a la investigación y afirma que la medicina popular acierta en la mayoría de las veces. Esto queda demostrado por el hecho de que el 25% del total de fármacos que se prescriben derivan de sustancias vegetales naturales.

Nuestra deuda con las plantas es enorme. La ciencia actuó por primera vez de una planta una sustancia química, el ácido benzóico, en el siglo XVI.

El doctor David Jenkins, profesor de la Universidad de Toronto y experto en materia de dietas y diabetes, considera que los alimentos son paquetes inadvertidos de fármacos, y sostiene que en farmacología se habla a menudo en términos de terapia de combinación.

Los alimentos son un fármaco que tomamos todos los días. Muchos intereses comerciales ven un futuro brillante para la farmacia de los alimentos. Algunas empresas están estudiando sus productos alimenticios y analizando su potencial benéfico para la salud. Otros están enriqueciendo ciertos alimentos, desde un punto de vista farmacológico. Por ejemplo, la compañía Miller Brewing toma los residuos de cebada que dejan en la elaboración de la cerveza y los transforma en harina reductora de colesterol.

Se está operando una revolución en nuestra manera de pensar acerca de los alimentos. ¡Y qué maravillosa revolución! Como Hipócrates, nosotros también estamos comenzando a percibir que la alimentación es una potente medicina.

 

LOS CÍTRICOS Y SUS BONDADES TERAPÉUTICAS Y NUTRITIVAS

 

Limón y Lima (Citrus medica)

 

LA LIMA, UNA FRUTA CADA VEZ MÁS EXÓTICA.

 

 

Es probable que el limón sea la más valiosa de todas las frutas para preservar la salud.
MAUD GRIEVE: A MODERN HERBAL; 1931

 

Posibles propiedades terapéuticas
Previene y cura el escorbuto.
Contiene sustancias químicas que impiden el desarrollo del cáncer.

 

Tradición popular

“Un hombre puede considerarse feliz, cuando aquello que constituye su alimentación, también es su medicina”.
Thoreau

 

En el tercer siglo antes de Cristo, los romanos creían que el limón era un antídoto para todos los venenos, según lo ilustra una historia de dos criminales que fueron arrojados a serpientes venenosas. El que había comido un limón antes, sobrevivió a las picaduras, el otro murió.

La reputación del limón es tan grande que, según la tradición, se convirtió en un acompañamiento del pescado, ya que se creía que el jugo de limón disolvía las espinas del pescado atragantadas en la garganta.

El zumo de limón desde hace tiempo se considera diurético, diaforético, astringente y, en consecuencia, bueno para la garganta irritada, buena loción para las quemaduras del sol, un remedio para el hipo y un tónico en todo el mundo. En la India, “la bebida matutina” más común es una mezcla de dos cucharadas de zumo de limón con dos de miel y dos de agua.

Hechos

El limón y la lima se ganaron su fama por su facultad de curar el escorbuto, la maldición de los pescadores que vivían durante meses sin comer fruta y verdura fresca. Un poco más de una cucharada de zumo de limón diariamente previene el escorbuto, debido a su contenido de vitamina C. Esta enfermedad es debida a la deficiencia de vitamina C. (Los músculos se desgastan, las heridas no cicatrizan, aparecen hematomas, sangran las encías). Durante años, en Gran Bretaña era obligatorio que los barcos llevaran suficiente zumo de limón, o de lima para cada marinero, de manera que pudieran ingerir unos treinta gramos diarios después de estar diez días en el mar. Por esta razón los ingleses reciben el apodo de “limeys”.

Más tarde, estudiado científicamente, el limón ofreció pocos resultados. El zumo de limón es un antioxidante, probablemente debido a la vitamina C. Y la cáscara también muestra esta actividad aunque no relacionada con la vitamina C, según estudios realizados en el año 1986, en Alemania. Se cree que los antioxidantes ejercen una beneficiosa influencia en las células, y hasta llegan a combatir las mutaciones cancerosas y retardan el envejecimiento. La pectina (fibra) que se encuentra en la pulpa de las frutas cítricas reduce además el colesterol de la sangre, aunque poco significativamente.

Es efectivo contra las bacterias y su aceite también puede matar los hongos. Los yugoslavos descubrieron que el aceite de limón produce un leve efecto sedante en el sistema nervioso de los peces.

 

Naranja (Citrus aurantium y Citrus sinensis – Temple, Valencia)

 

Posibles propiedades terapéuticas:

 

 

Combate ciertos virus.
Reduce el colesterol de la sangre
Combate la placa arterial.
Previene ciertos tipos de cáncer.

Tradición popular

“La naranja es buena para las afecciones bronquiales y asmáticas, y para los estados de enflaquecimiento, por ser un tónico cardíaco y un estimulador de la circulación. El consumo diario de una naranja ayudará a tonificar todo el sistema y a purificar la sangre, ya que actúa como un antiséptico interno, un estimulante tónico y un agente sustentador”. (A.m. Liebstein, American Medicine, 1927).

Hechos

Los funcionarios del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos dicen que la disponibilidad durante todo el año de frutas cítricas sea probablemente una razón importante de la disminución de cáncer de estómago en Estados Unidos. Un agente inhibidor del cáncer presente en la fruta es la vitamina C, que contrarresta los poderosos carcinógenos llamados nitrosaminas. Además, las naranjas, junto con otras frutas, son los alimentos que más consumen los grupos de personas que tienen una incidencia de cáncer baja. En un estudio, aquellos que comían más naranjas, comparados con aquellos que comían menos, tenían aproximadamente un 50% menos de riesgo de sufrir cáncer en general, y principalmente de esófago. En un reciente estudio realizado en Suecia, el índice más bajo de cáncer de páncreas se da entre las personas que prefieren las frutas cítricas, entre ellas las naranjas, junto con las zanahorias.

Además, un equipo de investigadores de Florida percibió que las naranjas y otros cítricos pueden reducir el colesterol. Por numerosos descubrimientos se sabe que la pectina, una fibra de la piel y la membrana de la naranja (y del pomelo), puede reducir el colesterol sanguíneo en el ser humano y en los animales de laboratorio.

 

POMELO

 

Los científicos también observaron que la naranja, más específicamente su zumo, puede combatir las infecciones víricas. En un interesante estudio, los investigadores de la Universidad de Florida estudiaron el valor terapéutico del zumo de naranja en personas expuestas al virus de la rubéola. Después de los sujetos analizados eliminó la fruta cítrica de su dieta, así como todos los sustitutos de las vitaminas. La otra mitad tomó un litro diario de zumo de naranja. La ingestión de zumo de naranja combatió la infección de la rubéola al aliviar los síntomas en las vías respiratorias y acelerar la aparición de anticuerpos contra la enfermedad en la sangre. Los investigadores atribuyeron las propiedades terapéuticas del zumo a compuestos antivíricos naturales desconocidos, junto con la vitamina C.

Otros científicos descubrieron que los componentes de la cáscara de la naranja contribuyen en la destrucción de las bacterias y los hongos y tienden a reducir el colesterol de la sangre.

 

Cuestiones prácticas

 

Para reducir al máximo el colesterol y proteger las arterias, asegúrese de comer las membranas y la parte blanca de la naranja, que contiene la pectina.

 

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1 respuesta a Los alimentos que curan. Por el ingeniero agrónomo Rigoberto Abello Soto

  1. Santander en la Red dijo:

    Lo que se saca como conclusión luego de leer el interesante artículo del ingeniero Rigoberto Abello es que inicialmente la Medicina les dio una enorme importancia a los alimentos como factores determinantes para una buena salud e incluso para la curación de las enfermedades, pero que cuando se desarrolló la industria farmacéutica ese criterio rector naturalista fue abandonado por completo, y entonces para la prevención y cura de las enfermedades solamente se empezó a mirar hacia el laboratorio de Química Farmacéutica, de modo que los pacientes empezaron a dejarle todo el trabajo de su curación a los medicamentos prescritos por su médico.
    Lo que ahora se está haciendo es volver a darles a los productos de la naturaleza la importancia que tenían y de la cual se les privó, sin que eso signifique que el laboratorio de Química Farmacéutica pierda su indiscutible importancia. Sencillamente, quien pretenda superar determinada enfermedad debe entender que además de los fármacos que le prescriba su doctor, ha de reencontrarse con los alimentos que contribuirán a su curación. De igual manera, quien pretenda intentar evitar el surgimiento de determinadas enfermedades, debe procurar vincular a su alimentación estos productos de la naturaleza de los que muchas veces nos olvidamos y que pueden ser tan benéficos.
    En otras palabras, no es cierto que las frutas tengan el poder preventivo o curativo absolutos que algunos charlatanes les atribuyen, ni tampoco es cierto que no sean importantes factores de prevención que, efectivamente, contribuyen a evitar la aparición de un buen número de enfermedades, como tampoco es cierto que no posean la importantísima virtud de ser valiosos complementos de la acción que desarrollan los fármacos sobre nuestro organismo en procura de curarnos de las enfermedades cuando éstas, infortunadamente, ya han aparecido.

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