“Donde hay un hombre, hay prostitución”. Entre la locuacidad de una ministra y la realidad social de Cartagena

Dice la señora Ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, y no alrededor de un tinto de cafetería, sino en una alocución oficial ante las cámaras de la televisión, que no se puede culpar a Cartagena por lo que acaeció con la farra que armaron los encargados de la seguridad del presidente de los Estados Unidos en la antesala de la Cumbre de las Américas, farra que quedó al descubierto porque uno de los agentes del Servicio Secreto le pagó a una prostituta apenas cincuenta mil pesos por sus servicios sexuales en vez de la elevada suma que habían convenido.

La aclaración ministerial sobraba porque nadie culpó a Cartagena de eso.

Empero, la locuacidad de la alta funcionaria estatal la llevó, por querer quedar bien con los cartageneros, a expresar que “Prostitución existe en todas partes” y que “Donde hay un hombre, hay prostitución”.

A juzgar por sus frases, a la señora ministra la prostitución le parece lo más obvio del mundo. Una obviedad que, en cambio, a cada vez más personas, hombres y mujeres, no nos parece tanto.

Y es que, contrariamente a lo que cree la señora ministra, en primer lugar, somos cada vez más los varones que consideramos impropio de un varón el pagarle a una mujer para que se acueste con uno.

Esta reticencia, que en mi caso personal ha sido de toda la vida, no deriva de ninguna actitud mojigata. Ella obedece, más bien, al respeto que nos merece el sexo femenino y su inveterada lucha por lograr superar su inmemorial negación.

Pero también está determinada por el respeto que nos merece el hermoso sentimiento del Amor.

Además, porque siempre nos ha parecido que no hay soledad más enorme que la que debe sentirse después de una relación sexual determinada solamente por una paga.

Claro, señora Ministra, que en esa reticencia también pesan -digamos la verdad- consideraciones de temor y de asepsia. De temor, porque desde el colegio aprendí que en muchas placas ubicadas en calles y edificaciones de ciudades de Europa se leía una frase que decía: “Si no le temes a Dios, témele a la sífilis”. Y no sólo a la sífilis, agregaba yo siempre, sino a todo el espeluznante abanico de las enfermedades venéreas.  De asepsia, pues nunca ha dejado de generarme una inevitable repulsión la sola idea de “hacer el amor” con una mujer que acaba de hacerlo con otro tipo, o -peor todavía- con otros tipos. Y es que me resulta también inevitable asociar a esos sujetos que lo antecederían a uno, con cosas que deben obstruir la libido del más concupiscente: un insoportable tufo etílico, una ofensiva falta de baño -especialmente a la altura de las ingles-, una repugnante escasez de desodorante en las axilas, una boca desagradablemente divorciada de la crema y el cepillo de dientes, y acaso el deplorable espectáculo de un bigote mazamorrero todavía con algunos pelos impregnados de sopa.

Así que eso de que donde quiera que hay un hombre hay prostitución es únicamente una frase suya, señora ministra, y es usted quien debe responder por ella.

En segundo lugar, cada vez somos más los hombres y las mujeres que consideramos indigno el que una mujer se acueste con un varón solamente por un estipendio.

Déjeme informarle, señora Ministra, algo que usted seguramente desconoce: desde un sitio que se llama el Cerro de la Popa, más exactamente donde queda el Salto del Cabrón, se divisan dos Cartagenas. Una, claro está, es la Cartagena de ustedes, los altos dignatarios del Estado colombiano, y de los turistas extranjeros que suben a filmar y a tomar fotos; es esa Cartagena que sale en las postales, a la que se le dedican canciones y que es promovida por las entidades dedicadas al turismo.

Pero, aparte de esa Cartagena, señora Ministra, está la otra Cartagena: la Cartagena paupérrima, marginada y olvidada de siempre; la que no sale en las postales; la que ningún turista visita; la que a nadie le importa; la Cartagena irredenta y sin esperanzas que no tiene canciones, sino hambre, tristeza e incertidumbre. Talvez, esa Cartagena que, según leí, las autoridades dizque escondieron para evitar la vergüenza de que la vieran los altos dignatarios foráneos. Unos dignatarios que, paradójicamente, señora Ministra, supuestamente venían a hablar, entre otros temas, de la extrema pobreza en la que vive nuestro continente.

Pues bien; hay, señora Ministra, varias clases de prostitutas. Una, es aquella a la cual se refiere la escritora francesa Simone de Beauvoir en su obra La puta respetable, aquella mujer que se casa con un hombre rico sin amor y solamente por la plata. Esa, a mi juicio, es la peor de todas, porque al menos las otras no se las dan de damas distinguidas y honorables. La otra, es aquella a la que pareciera que las hormonas le dieran guerra. A esa dejémosla quieta. O, mejor, dejémosla moviendo el trasero para atraer clientes.

Pero hay otra prostituta, señora Ministra, y es aquella que, como el personaje imborrable de la novela Los miserables del gran Víctor Hugo, se vende por hambre.

Hay que subir, de vez en cuando, señora Ministra, al Cerro de la Popa.

Es posible que, entonces, usted -y el Estado que usted representa- entiendan un poco mejor en dónde nace -y por culpa de quiénes- la prostitución.

Esa prostitución que usted, y casi todo el mundo, acepta como algo apenas natural y obvio, pero que cada vez más hombres y mujeres de este país consideramos absolutamente anormal e inadmisible.

Una anormalidad inadmisible que ojalá algún día sea erradicada atacando la causa que la genera.

Porque, por lo general, señora Ministra, es combatiendo la causa que se combate el efecto.

 

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8 respuestas a “Donde hay un hombre, hay prostitución”. Entre la locuacidad de una ministra y la realidad social de Cartagena

  1. ALEJANDRO GÓMEZ LAMUS dijo:

    Distinguido Don Sir Lancelot Du Lac: Es oportuno su comentario, pero no debemos ceñirnos en minucias; debemos fijarnos en lo trascendente. No centrarnos en lo que dijo un día ofuscada una Ministra y explotar sus palabras algo desatinadas, porque en tal caso me remito a la frase de Sor Juana Inés de la Cruz: “Hay hombres necios, que acusais a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión lo mismo que culpais”. Referente a la decisión de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que habrá de emitir frente al litigio entre Nicaragua y Colombia sobre el Archipiélago de San Andrés, Dios quiera que yo esté equivocado, porque San Andrés es un paraíso que nuestra patria ha tenido por muchos años, pero no pacífica y tranquila, pues existe un país que le ha reclamado los derechos; no la ha tenido en forma pacífica y tranquila, por cuanto advierto negocio turbio entre Colombia y el Gobierno de Anastasio Somoza, por desairar, el segundo, a los sandinistas. ALEJO.

  2. ALEJANDRO GÓMEZ LAMUS dijo:

    Doctor Óscar Humberto: salgo en defensa de nuestra Canciller Dra. María Ángela Holguín, en razón a que la declaración suya no puede echar por la borda su labor pacificadora con nuestros vecinos. Ella quiso dar a entender que en todas las ciudades populosas del mundo se da la prostitución. Además se le está criticando por el “diferendo limítrofe”con Nicaragua. En este caso no existe “diferendo limítrofe” porque Nicaragua no colinda con Colombia. Ella nos está advirtiendo, preparando, para que Colombia, como Estado social de derecho, respetuosa de las normas del derecho internacional deberá someterse a la decisión final de la Corte Internacional de Justicia de La Haya sobre el litigio de unos islotes y cayos y sobre las Islas de San Andrés y Providencia, conflicto que data del Siglo XVIII. Lamentablemente, nosotros los colombianos, perderemos soberanía sobre esas islas, que le corresponden a Nicaragua, porque nos fueron impuesta ilícitamente por regímenes dictatoriales. Abrazos, ALEJANDRO GÓMEZ LAMUS

    • Sir Lancelot du Lac dijo:

      Estimado señor Gómez Lamus:

      Tiene toda la razón al decir que no se puede despreciar todo el trabajo de la ministra por una declaración infortunada. Sin embargo, aquí nadie está atacando o criticando el trabajo de la ministra en general; se está hablando sobre una declaración concreta, y así como la crítica debe ceñirse (como de hecho lo hace) a dicha declaración y el ámbito que la rodea, la defensa también debe hacerlo (ya que, de no hacerlo, en ambos casos se corre el riesgo de caer en falacias).

  3. Wilson Mora Cadena dijo:

    A la ministra se le olvida también que hay un gran selecto grupo de mujeres de la alta sociedad que mantienen jovencitos pagándoles la universidad y dándoles renta semanal con el único fin de que les sirvan de juguetes sexuales y de jactarse con sus amigas de la última adquisición. La prostitución existe donde hay abandono de Estado, donde hay desigualdad social, donde faltan oportunidades de trabajo. En estudios sociales se indica que solamente un 7% de las prostitutas lo hacen porque les dan guerra las hormonas, como lo indica el autor, y un 16% porque la ven como una actividad lucrativa que compensa la ignorancia de la percepción triste de la vida de este ser…Las demás putas, señora ministra, agradecen que haya hombres que paguen por sus servicios, pues es la única fuente de ingresos para sostener a sus familias…Entonces yo le ayudaría a que perfeccione su frase y diga: “Donde hay abandono de Estado hay prostitución”.

  4. Deja mucho que pensar esta nueva y disparatada frase de nuestra ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, uno de nuestros servidores de esta patria tan querida, pero tan aporriada. Esperemos la próxima semana, más cuenta chistes…

  5. La cultura de las meretrices es algo difícil de analizar en un medio donde esa actitud no respeta sexo, ni clases sociales. Por sinvergüenza o por vida fácil, por necesidad o placer, es terrible lo degradable de la humanidad. Muy explícito, Doctor Oscar. Y muy poca productividad, para la importancia de la cumbre.

  6. Luis Alfredo Acuña dijo:

    Oscar Humberto, maravilloso tu comentario!!! Qué bien dejaste al descubierto el desconocimiento que los ricos tienen de la pobreza humana, de la burbuja en la que han nacido, y de que como no se untan de ella, su insensibilidad llega a los límites de expresar estas estupideces. Y por supuesto, nunca sufren del desempleo, pues les sobran puestos, de los más remunerados y distinguidos; en su educación no gastan de su bolsillo porque la tienen con becas del Estado. Cosa diferente del pobre, que como tú lo dices, tiene que vender su cuerpo para suplir a sus hijos el hambre, pobreza y educación.
    La forma displicente y ofensiva como se refiere a los dos sexos, y en tratándose de una ministra diplomática, me da a entender su falta de preparación e ignorancia y hasta de educación, y que es más por influencias y cuotas burocráticas, que por sus méritos, que está en ese cargo. Como se dice ¡qué cagada, y cómo peló el cobre!

  7. Marco Vinicio Gómez Hernández dijo:

    Como todos los artículos, este muy atinado y en el momento oportuno. Es bueno hacerle saber a esta ministra prepotente que debe guardar compostura y por sobre todo: prudencia y pensar para hablar.

    Cordial saludo.

    Su amigo,

    Marco Vinicio

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