HISTORIA DE PIEDECUESTA. Por Óscar Humberto Gómez Gómez, Miembro Correspondiente de la Academia de Historia de Santander.

 

Si por Girón hubiera sido, Piedecuesta no existiría.

Al menos no si ello hubiese dependido del Cura de Girón.

Se llamaba Joseph. No “José”, como todos los que por aquí querían perpetuar con su nombre la memoria del carpintero más famoso del mundo, sino “Joseph”, en inglés.

Su segundo nombre tampoco era muy común que digamos: “Elseario”.

El padre Joseph Elseario Calvo, pues, se opuso terminantemente a la idea de fundar la nueva parroquia. Y no solo lo hizo desde el púlpito, sino también ante los estrados eclesiásticos, y hasta enfrentándose con las jerarquías de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, a la cual él pertenecía y a la cual, con su labor pastoral, trataba de lograr que perteneciera todo el conglomerado social de la zona, desde los pudientes caballeros gironeses hasta los más desarrapados peones.

Sobre todo, claro está, los primeros —los gironeses ricos— que eran los que, en últimas, aportaban los diezmos y las primicias, porque los otros, como siempre, solamente le aportaban a la Iglesia lo mismo que le sigue aportando hoy en día la pobrería irredenta: su agobiadora e inveterada carga de necesidades y el peso abrumador de las oraciones con las cuales buscan satisfacerlas.

 

 

Todo parece indicar, sin embargo, que al Cura Joseph Elseario le salió, como dice el dicho popular, “el tiro por la culata”, porque fue una iniciativa suya, dirigida a los vecinos piedecuestanos más pudientes para que le financiaran la construcción de una capilla en el lugar donde años más tarde nacerían santandereanos destacados la que fue respondida con la idea de, más bien, independizarse eclesiásticamente de la ciudad fundada por Francisco Mantilla de los Ríos.

Fue en setiembre de 1772 cuando el Padre Joseph Elseario les pidió a sus vecinos mil doscientos pesos para financiar su viaje a Santa Fe encaminado a gestionar la erección de la capilla.
Y era que por entonces en Girón ya existía, aparte del templo principal, la Capilla del Señor del Humilladero, destinada a aglutinar a los gironeses que vivían apartados del casco urbano, y como los residentes del valle del Pie de la Cuesta, Los Santos y Palogordo vivían igualmente lejos, la idea era que, en lugar de tener que desplazarse kilómetros enteros para poder asistir a la misa y demás oficios religiosos, lo hicieran ahí mismo, al pie de sus casas. O, mejor dicho, al Pie de la Cuesta, que era como se llamaba aquel agreste entorno, por aquello de que justamente en ese lugar comenzaba la trepada hacia Pamplona.

Por supuesto que la ofrecida comodidad de poder oír la misa a la otra puerta de la casa no era gratuita: sería retribuida con la recolección de los jugosos aportes económicos de la feligresía por parte del padrecito Calvo.

En términos sencillos, el nuevo templo y su correspondiente entorno constituirían la viceparroquia de Piedecuesta, perteneciente, obviamente, a la parroquia de Girón.

 

 

Pero no. Al año siguiente, 1773, ya los vecinos piedecuestanos habían otorgado poder para que se les tramitara ante el Arzobispado, en vez de la construcción de una capilla dependiente de Girón, la erección de una nueva parroquia en el llano denominado San Francisco Javier, específicamente en el valle del Pie de la Cuesta, perteneciente a dicho llano.

Cuánto tenían que recorrer los vecinos para asistir a misa —a pie o a lomo de bestia, desde luego— era determinante. Y lo era, porque no se aceptaban parroquias cercanas. O sea, no se admitía que dos curas tuvieran que competir por la feligresía. Por eso, el Cura de Girón defendió la unidad de su parroquia echando mano a la medición de las distancias. Aunque para ello contó con la ayuda de otro Joseph. Fue así como el Cura Fernando Joseph Calvo, auxiliar del otro, y con eso que llaman hoy en día “pruebas de campo”, demostró que ir desde Girón hasta el sitio donde se pretendía fundar ahora la nueva parroquia y regresar tomaba apenas dos horitas y media.

Cuando el Arzobispado de Santa Fe envió a su representante a parlar con el cura Joseph Elseario, este se enganchó con él en una fuerte polémica.
No obstante, y con zafarrancho y todo, la autorización eclesiástica fue dada y el vecindario piedecuestano, presto y jubiloso, levantó la consabida capilla de bahareque y techo de paja, la casa cural y —por supuesto— la cárcel. El 20 de febrero de 1774 se expidió la autorización de funcionamiento de la nueva capilla y el 3 de octubre siguiente, otro Cura Joseph diferente de los dos anteriores, Joseph Gregorio Díaz Quijano, a nombre del Arzobispado, dictó la providencia por medio de la cual declaró erigida la parroquia.

La nueva parroquia, escindida, pues, de la de Girón, llevaría el nombre de San Francisco Javier.

 

 

Por cosas de la vida, como dice alguna vieja canción, Piedecuesta y Girón no dejaron de seguir teniendo sus desavenencias históricas. Si no, que lo digan la Insurrección de los Comuneros o la Guerra de Independencia. Entre el 16 de marzo y el 6 de junio de 1781, en efecto, se llevó a cabo la Insurrección de los Comuneros. Entre los numerosos pueblos que adhirieron a dicho levantamiento se contaron los de Bucaramanga y Piedecuesta. Girón, en cambio, apoyó en todo momento a las autoridades españolas. Debido a ello, se presentó un enfrentamiento armado entre Piedecuesta y Girón. En el combate, sostenido el 21 de mayo de 1781, cuando los gironeses, decididamente partidarios de España, marchaban sobre Piedecuesta con el fin de someter a los comuneros de allí por la fuerza y estos salieron a interceptarlos, murieron dos anónimos soldados del ejército comunero y se produjo la desbandada de este. A pesar de su triunfo, los gironeses quedaron, en los días subsiguientes, temerosos de la represalia de los piedecuestanos. El 29 de mayo, en efecto, las tropas comuneras de Piedecuesta invadieron a Girón. Los realistas gironeses no opusieron resistencia.

 

 

En el siglo siguiente, dos años después del Grito de Independencia, es decir, en 1812, nuevamente Girón y Piedecuesta se enfrentaron en el campo de batalla. Las tropas patriotas piedecuestanas, comandadas por el doctor Fernando Serrano, interceptaron a las tropas realistas gironesas que pretendían someter a la rebelde Piedecuesta por la fuerza. La batalla tuvo como escenario a Mensulí y el triunfo fue para el ejército patriota de Piedecuesta. Posteriormente, en plena Reconquista Española, cuando el territorio nacional padecía el baño de sangre del Pacificador Pablo Morillo, Fernando Serrano fue elegido Presidente de la República por la Resistencia patriota, congregada en los llanos de Casanare (Domingo 16 de junio de 1816). El entonces Coronel Francisco de Paula Santander fue elegido Comandante en Jefe del Ejército.

 

 

En Piedecuesta funcionó el famoso Colegio Universitario del gran educador don Victoriano de Diego Paredes y Paramato. El 18 de agosto de 1860, el reputado y controvertido institutor, sus hijos y sus alumnos llegaron presos a Bucaramanga. El ejército, instigado por la prédica del Obispo de Pamplona y la reacción del Gobierno de la Confederación, allanó el colegio en medio de una ensordecedora rechifla estudiantil y se los llevó arrestados; el colegio fue clausurado definitivamente y sus instalaciones convertidas en cuartel militar. Más de dos meses después, los prisioneros fueron trasladados de Bucaramanga a Bogotá, donde el Juez Nacional Demetrio Porras ordenó su libertad. Seis años más tarde, en 1866, el ilustre formador de juventudes regresó a Santander como Presidente del Estado Soberano. Era yerno del doctor Fernando Serrano.

 

 

Lo de “Villa de San Carlos del Pie de la Cuesta” es otra historia. Inicialmente, los vecinos solicitaron tal calidad, es decir, que Piedecuesta pasara de parroquia a villa. La solicitud fue aprobada por España en 1810, pero como estalló la Independencia, todo quedó en el aire hasta 1824 cuando la República les dio categoría de villas a las parroquias de alta población.

En algunos libros dice que Piedecuesta fue fundada por el Padre Ignacio de Zavala. Eso no es cierto. Sencillamente, el Cura Zavala fue nombrado primer párroco de la recién fundada parroquia. Pero a duras penas pudo posesionarse y ejercer ese ministerio, porque un importante sector de los vecinos lo rechazaron e incluso se llegó al extremo de hacer nombrar a otro Cura como primer párroco. El asunto, incluso, tuvo que ser dirimido por el Tribunal Arquidiocesano.

A pesar de ello, la versión oficial insiste en señalar a Ignacio de Zavala como el fundador de Piedecuesta.

 

 

La historia de Bucaramanga y la de Piedecuesta están ligadas por diversos acontecimientos.

Así, por ejemplo, el jueves 11 de setiembre de 1879 las tropas a caballo del Estado Soberano de Santander, procedentes de Piedecuesta y escoltando al Jefe del Estado, General Solón Wilches, ingresaron a Bucaramanga a reimplantar el orden.

Y es que el Presidente se encontraba en Piedecuesta cuando en el Club del Comercio de Bucaramanga se llevaba a cabo una agitada y candente reunión, en medio de las grandes tensiones sociales que se estaban dando en la ciudad a raíz de los nefastos hechos iniciados el domingo 7, día de elecciones, que habrían de ser conocidos en la historia como “El proceso de la Culebra Pico de Oro”.

Esos hechos de violencia, que desencadenarían una reclamación diplomática y una amenaza de intervención militar de Alemania contra Colombia con el fondeo de naves de guerra frente a las costas de Barranquilla, habían significado el asesinato a bala de los colombianos Obdulio Estévez y Luis Eduardo Mutis, y de los alemanes Hermann Hederich y Christian Göelkel, así como el incendio de las casas de Guillermo Jones, José María Valenzuela, Rafael Ariza, Nepomuceno Toscano, Luisa Valenzuela de Müller y Rudesindo Otero, y el saqueo de otras residencias.

 

 

En la Guerra de los Mil Días, Bucaramanga y Piedecuesta volverán a quedar entrelazadas. La espantosa Batalla de Bucaramanga (13 de noviembre de 1899) se sucederá inmediatamente después de la toma de Piedecuesta por las tropas liberales revolucionarias. “Sabedor de que gran parte de las fuerzas del Gobierno ocupaban a Piedecuesta”, el general Rafael Uribe Uribe “marchó sobre dicha plaza para sorprenderla durante la noche, (…) pero el enemigo la evacuó desde temprano; (…) y siguiendo los pasos del enemigo marchó sobre Bucaramanga (…)”, relata el general Gabriel Vargas Santos, comandante en jefe del ejército liberal en su libro La razón de mi dicho. En Bucaramanga las tropas liberales serán arrasadas, principalmente desde las arboledas de La Puerta del Sol y desde la torre de la iglesia de San Laureano.

 

 

El devenir piedecuestano ha estado asociado al cultivo del tabaco, a su secado en los caneyes y, por supuesto, al igual que Bucaramanga y Girón, a la industria cigarrera. Mención especial merecen las cigarreras, algunas de ellas “chicoteras”, pues manualmente elaboraban los tabacos conocidos como “chicotes”. Entre una legión de mujeres ignoradas, en la memoria histórica piedecuestana deberán quedar registrados los nombres de Justa Gualdrón de Carreño, propietaria de Cigarros Gamos; Mercedes Urrea, de Cigarros Noel; Amanda Vargas Herrera viuda de Carrillo, de Cigarros El Centauro; y María Rocío Caballero Gualdrón, de Cigarros Comandantes; y Margot Martínez de Fuentes, Martha Cecilia Santos Cote, Gloria Acevedo, Martha Reyes Quijano y Martha Yolanda Niño Carreño, quienes dejaron en los fabriquines, unos de su propiedad y otros no, los mejores años de sus vidas.

 

 

Así mismo, el decurso histórico piedecuestano está ligado a la tradicional celebración de la Semana Santa, que con el paso de los años se convirtió, gracias al fervor popular, en una de las festividades religiosas más importantes no solo en Santander, sino en Colombia.

 

 

En su desarrollo más reciente como ciudad, Piedecuesta se ha ido extendiendo fuera de su casco urbano y en lo que antes era su área rural, hoy atravesada por la autopista que la comunica con la vecina ciudad de Floridablanca, se fundó en 1985 el Instituto Colombiano del Petróleo (ICP), de la Empresa Colombiana de Petróleos (ECOPETROL), y recientemente han surgido centros comerciales como DelaCuesta, que aglutinan a importantes negocios y firmas comerciales de la región y del orden nacional.

Piedecuesta ha sido cuna de prominentes personajes santandereanos como el fundador de Gaseosas Hipinto, Hipólito Pinto; el jurista Vicente González; los poetas Carmen de Gómez Mejía, Carlos Torres Durán y José Ortega Moreno; el médico y poeta Gonzalo Buenahora; el novelista Daniel Mantilla Orbegozo; el cronista Vicente Arenas Mantilla; el médico y político Guillermo Sorzano González; el periodista e historiador Luis Enrique Figueroa Rey; el médico Carlos Cortés Caballero; el pintor Mario Hernández Prada; el cantautor y escritor Pablus Gallinazo (Gonzalo Navas Cadena); el periodista y poeta Plinio Pilarica (Germán Valenzuela Sánchez); el ingeniero químico, historiador y escritor Manuel Enrique Rey Sanmiguel; la escritora, pintora, historiadora y educadora Carmen Cecilia Díaz de Almeida; el educador Humberto Gómez Nigrinis; el educador e historiador Alfonso Prada García y el empresario Álvaro Navas Cadena.

 

 

Y cuna, desde luego, de personajes que desde su humildad han refrendado, en todo caso, la trayectoria piedecuestana que acredita a su solar nativo como un pueblo de hombres y mujeres luchadores y libres.

Otros no han nacido allí, pero fue allí donde se forjaron y fue esa tierra la que les posibilitó labrarse un futuro promisorio. Así, por ejemplo, el magnífico ciclista Víctor Hugo Peña Grisales, el único colombiano que ha llegado a vestir la camiseta amarilla de líder en el Tour de Francia, se formó en este hermoso deporte rodando por las vías urbanas y rurales de Piedecuesta, pues a esta comarca llegó junto con su familia cuando aún era niño y es hoy un piedecuestano de pura cepa.

 

 

 

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ILUSTRACIONES: (1) Templo de Piedecuesta. Fotografía: Carlos Andrés Acuña Duarte. Wikipedia.(2) Plaza principal de Piedecuesta. Fotografía antigua. Subida por: Campoelías. Wikipedia. (3) Girón, sector español. Fotografía: Kamilo Kardona. Wikipedia. (4) Francisco Javier. Óleo sobre lienzo. Bartolomé Esteban Murillo (Dominio Público). (5) Comunero. Grabado: Herrera Casado. Wikipedia. (6) Fernando Serrano y Uribe. Cultura Banco de la República. Wikipedia. (7) Victoriano de Diego Paredes y Paramato. Wikipedia. (8) Carretera entre Bucaramanga y Piedecuesta. Fotografía: Quintilio Gavassa Mibelli (Cortesía del historiador y periodista Edmundo Gavassa Villamizar). (9) Templo de San Laureano de Bucaramanga en 1879. Fotografía: Quintilio Gavassa Mibelli (Cortesía del historiador y periodista Edmundo Gavassa Villamizar). (10) Guerra de los Mil Días. Ejército conservador. Fotografía: Quintilio Gavassa Mibelli. Revista Credencial (Cortesía del historiador y periodista Edmundo Gavassa Villamizar). (11) Cigarrera. Escudo de Piedecuesta. En: Mujeres cigarreras e identidad piedecuestana por Luis Rubén Pérez Pinzón. Alcaldía de Piedecuesta. Secretaría de Desarrollo Social y Dirección de Cultura. (12) Procesión de Semana Santa en Piedecuesta. Fotografía: Vanguardia Liberal. (13) Carlos Cortés Caballero. Fotografía: Nylse Blackburn Moreno. (14) Víctor Hugo Peña Grisales. Fotografía: Vanguardia Liberal. (15) Ciclista ascendiendo la cuesta. Anónimo.

 

BIBLIOGRAFÍA: MARTÍNEZ GARNICA, Armando. GUERRERO RINCÓN, Amado Antonio. La provincia de Soto. Orígenes de sus poblamientos urbanos. ARENAS, Emilio. La Payacuá. Historia de Bucaramanga y las ciudades del Río de Oro. CACUA PRADA, Armando. Custodio García Rovira, el estudiante mártir.  SIERRA BARRENECHE, Eduardo. Santander, tierra con pasado, presente y futuro. GALLO RONDÓN, Betty. CHAPARRO LÓPEZ, Cecilia. Santander, folclor, mitos y leyendas. GÓMEZ GÓMEZ, Óscar Humberto. Historia de Bucaramanga. NÚÑEZ HARTMANN, Sergio. Así es Santander. OCHOA GONZÁLEZ, Enrique. Santander Siglo XXI. CAÑAS SERRANO, Juan José. PEÑA GRISALES, Víctor Hugo. Víctor Hugo Peña Grisales. Siempre hay una primera vez. PINZÓN GONZÁLEZ, Gustavo. Historia de la formación de Santander, sus provincias y municipios. VILLEGAS, Jorge. YUNIS, José. La Guerra de los Mil Días.

 

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13 respuestas a HISTORIA DE PIEDECUESTA. Por Óscar Humberto Gómez Gómez, Miembro Correspondiente de la Academia de Historia de Santander.

  1. Una joya realmente esta crónica y reseña histórica sobre mi pueblo garrotero, Piedecuesta. Tal vez faltó nombrar a la ilustre doña Cecilia Suárez de Hernández y su legado panelero en el trapiche vecino a mi barrio Piedecuesta. También fue de las primeras empresarias del tabaco; además de que aún está rozagante a sus 98 años en este 2023; además, madre del ingeniero Rodolfo Hernández, candidato o cuasipresidente del país (afortunadamente). Gracias también por nombrar a mi hermana Amanda Vargas de Chaparro (corrección: no de Carrillo); viuda de otro gran y próspero empresario del tabaco: Nelson Chaparro, admirador tuyo al igual que yo, al que alguna vez le diste serenata, pues era muy amante de la música de cuerda. Hablando de música, faltó el gran Maestro Mario Gamboa y su retreta vespertina del domingo, hermoso espectáculo de la banda de músicos de Piedecuesta. También mencionar a esos personajes populares como Tarzán, Carlitos, La Cucaracha, a mi amigo Petróleo (Antonio Monsalve), a Chafarote o don Antonio, quien fue el motivo de mi búsqueda en Google, la cual me llevó a encontrar esta hermosa joya y tesoro escrito por ti. Aprendí mucho, pues en el libro de la historiadora, escritora y educadora doña Cecilia Diaz de Almeida faltan algunas de tus investigaciones. Espero haber aportado algo y algún día terminar de escribir las páginas de una obra que bien se merece nuestra querida Piedecuesta.

  2. Karen Dayanna Figueroa Serrano dijo:

    Señor Humberto Gómez Gómez, muchas gracias por compartir información tan importante de mi municipio. Siempre he vivido acá en Piedecuesta y me apasiona todo lo que tenga que ver con ella.
    Soy estudiante de Arquitectura de la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga y mi tesis está enfocada en el casco urbano, me gustaría poder contactarme con usted.

  3. Diego Suárez Garnica dijo:

    Buena publicación; Oscar Humberto quisiera ponerme en contacto con usted, estoy a punto de publicar una página web y me gustaría que su publicación hiciera parte de la mencionada página.

  4. Saúl Meza Arenas dijo:

    Señor Oscar Humberto Gómez: Lo felicito por la publicación, datos muy importantes y bellas imágenes de un pueblo hermano de Bucaramanga y al que queremos mucho porque constantemente nos da su hospitalidad. Quiero tener algunos libros y le ruego el favor me indique dónde comprarlos. Para una segunda edición le sugiero con todo respeto hablar más sobre el aporte que le ha hecho Piedecuesta a la educación: Allá funcionó el Colegio Universitario de Santander y hoy la Sede UIS Guatiguará, el Parque de Investigación y Tecnología más importante de Colombia. También le podría aportar algunas imágenes históricas de Piedecuesta como un aporte más a tan valiosa publicación. Un saludo, Saúl Meza.

    • Óscar Humberto Gómez Gómez dijo:

      Muchas gracias, don Saúl. Le aclaro que yo no he escrito libro alguno sobre Piedecuesta; esta es sólo una entrada del portal. Cordial saludo, y mi gratitud anticipada por sus aportes, los cuales recibiremos con inmenso aprecio.

  5. Alfonso Tarazona - Iris Impresores dijo:

    Qué bueno Óscar por acordarse de Piedecuesta donde pasé gran parte de mi niñez. Pero este mensaje es además para recordarle que no deje la música. Cordial saludo.

  6. Iliana de Majthényi dijo:

    Gracias Oscar por ilustrarnos acerca de la historia de este municipio de mi bella tierra santandereana. Un abrazo.

  7. Héctor Hernández Mateus dijo:

    Buena sinopsis histórica del pueblo garrotero, cuna de grandes personajes; felicitaciones.

  8. Carlos Cortés dijo:

    Dr Oscar Humberto:
    En mi calidad de piedecuestano doblemente gracias: por acordarse de mi pueblo y por mencionarme en su publicación.
    Hace algunos años cuando mi padre vivía, aunque no era nacido allí, trató de armar una “marcha del retorno” para que, así fuese por un día, regresáramos y compartiéramos los dulces y agradables recuerdos de la niñez. Infortunadamente no tuvo éxito, pues muy pocos respondimos. Usted con su escrito ha logrado que por lo menos dos, así sea por diferentes razones, nos reencontremos.

  9. Jorge E. Mantilla García dijo:

    Buen escrito, y nos rememora nuestra niñez y adolescencia.
    Lógico que es difícil nombrar a todo el mundo, pero sí faltó un recordemos a Hernando Sorzano González, candidato presidencial, al padre Jesús María Prada C. El libro del historiador Alfonso Prada García, pedagogo ilustre, ayuda a complementar este inmenso esfuerzo y dedicación.
    Mil gracias y admiración para Óscar Humberto.

    • OscarHumberto Gómez Gómez dijo:

      Efectivamente, doctor Mantilla, esta es apenas una pequeña síntesis y los nombres que se enuncian son meros ejemplos. Como usted muy bien lo dice, resultan inevitables las omisiones, en este caso que se dejara por fuera de mención a piedecuestanos tan ilustres como los que usted nos recuerda. En fin, como dice el último verso del poema de José Eustasio Rivera a su hermana Josefina, “Nunca el silencio es olvido”.

      Un abrazo. Y muchas gracias por su aporte.

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