EL PECADO ORIGINAL. Por: El Diablillo del Parnaso.

 

Esta es mi historia, señores,

Sobre este berenjenal,

Que fue un Edén terrenal

Exento de sinsabores.

 

En el principio fue lodo

El hoy petulante hombre,

Adán le dieron por nombre

Y se lo entregaron todo:

 

La tierra, el agua y el aire,

El ser inmortal y sano,

Y el poder sentirse ufano

De su figura y donaire.

 

Mas como todo fatiga

Cuando se tiene bastante,

Le surgió el interrogante

De algún amigo…o amiga.

 

También le nació la duda

En torno a tener vecino,

Si no sería un desatino

Contar con alguna… ayuda.

 

Así que, pese a leones

Que a él jamás atacaron,

De aves que le cantaron

Mejor que “Rolling Stones”,

 

A pesar de su riqueza,

De su sin par monopolio,

De hallarse lejos del polio

Y cerca de la pereza,

 

Le dio, a la postre, tristeza

De verse capitalista,

Señor feudal y esclavista

En semejante belleza.

 

Andaba, pues, cacoquimio,

Mas nunca quiso el Eterno

Para su Edén ese infierno

Que llaman hoy condominio.

 

Por eso, de una costilla

Solo le dio a una tal Eva,

Y Adán, con vecina nueva,

Creyó la cuestión sencilla.

 

Hasta que fue la caída

Y adiós, inmortalidad,

Bienvenida, enfermedad,

Y hasta la muerte, la vida.

 

Se fue la tranquilidad,

Los echaron del Edén,

Y quedaron al vaivén

Del bien y de la maldad.

 

La cosa, según me han dicho,

Fue por culpa del pecado,

Por haber Eva tentado

A Adán con cierto capricho.

 

La que habló fue la culebra,

Fue ella la que la indujo

Y de ahí nació el embrujo

Que tiene siempre la suegra.

 

De un árbol tenían prohibido

Comer, y los dos comieron,

Los dos desobedecieron,

Vino, entonces, lo advertido:

 

Para castigar a Adán,

Y a aquel hogar solitario,

Mi Dios creó el vecindario

Igual que al primer… patán.

 

Mas como si fuese poco,

Al cuerpo le impuso males

Y aquí sentaron reales

Enfermo, médico y loco,

 

Pues en la tierra divina

Que llamaban Paraíso

El Gran Hacedor no quiso

Saber de la Medicina.

 

Llegó la administración,

vinieron las asambleas,

Las roscas y las peleas,

El ruido y la desazón,

 

Y en cuestiones de salud,

Los achaques, los dolores,

Las citas con los doctores

Y de gastos un alud.

 

Son, entonces, pena al mal,

Por eso nunca harán bien,

A más de la tal ley cien,

La propiedad horizontal.

 

El conjunto y la ley cien

Han sido siempre un castigo,

Así que recen conmigo

Porque se los lleve el tren,

 

Y pidámosle al Creador

Que, por favor, nos perdone

Y por siempre nos condone

Tener que ir al doctor.

 

 

He evocado esta mañana

La historia de Adán y Eva

Que no conformes con breva

Les dio por comer manzana,

 

Y a la vida, que era sana,

Sin vecinos, ni doctor,

La volvieron este horror

Con que pagamos su gana.

 

¡Gracias por compartirla!
Esta entrada fue publicada en Poesía. Guarda el enlace permanente.