Hierve la tierra y desaparece el agua. Por Rafael Serrano Prada

 

Como si fuera un mensaje premonitorio para el fin del mundo, las lluvias se volvieron esquivas, los incendios forestales devoran el ecosistema, desaparecen los humedales y mueren las fuentes hídricas, por los cambios climáticos que se han dado alrededor del mundo. Las mediciones de temperatura han despertado las alarmas de los científicos y los niveles de los mares han empezado a sentir los efectos del calentamiento de la corteza terrestre. Los casquetes polares están cada vez más calientes y el límite de los glaciares se ha reducido a tal punto que los osos polares empiezan a buscar refugio en otros lugares.

La explosión demográfica, que ha poblado todos los confines de la tierra, tiene alarmados a los futurólogos, que recomiendan detener el crecimiento de la población, limitar el número de hijos que pueden concebir las parejas y trazar una raya entre el pasado y el futuro de la humanidad, para detener la hambruna que empieza a sentirse en regiones del Africa y América Hispana.

El Fenómeno del Niño, derivado del intenso verano, ha tocado las zonas costeras de Colombia en mayor grado, con la amenaza de la destrucción del eco-sistema en todos los departamentos de la Costa Atlántica. Calores insoportables en el Valle del Río Magdalena han producido alarma entre la población ribereña. Los cultivos agrícolas se han resentido y los campesinos están sufriendo por la baja producción de sus labranzas.

Los clamores de las comunidades religiosas no alcanzan a conmover el cielo, cuya fosa sideral se observa azul y caliente como una hoguera donde empieza a sentirse el grave peligro de las altas temperaturas que provocan los incendios forestales, varios de los cuales se han vuelto voraces en regiones dedicadas a la producción agropecuaria.

Los bosques fueron depredados por la actitud irracional del hombre; los conflictos por el agua amenazan enfrentamientos entre los pueblos; la guerra del agua toca a las puertas de la humanidad y nada se ha hecho en estos veinte años para proteger los manantiales, que fueron destruidos para dar paso a la industria ganadera, que arruinó los bosques y acabó también con la agricultura.

En el departamento de Santander la tragedia del agua ha golpeado de manera dramática las poblaciones de Los Santos, Lebrija, Cabrera, Villanueva, Barichara, Galán, Hato, Palmar, Simacota, Málaga, San José de Miranda y Capitanejo. Las previsiones necesarias en materia de inversión pública se quedaron atrás, con el desperdicio y saqueo de los presupuestos destinados a los planes de agua potable, como lo ha denunciado esta semana el Contralor General del Departamento de Santander.

El Ministerio del Medio Ambiente, a cargo de la santandereana Luz Marina Sarmiento Villamizar, está convertido en el muro de lamentos. Ninguna solución, ni para adelante ni para atrás, ha sido capaz de producir este despacho gubernamental, condenando a la anarquía las zonas de páramo donde se prohiben los cultivos, mientras aumenta la minería ilegal, por causa de la indiferencia oficial. El gobernador de Santander ha tenido que pronunciarse sobre estas materias, exigiéndole al Ministerio del Medio Ambiente que resuelva de una vez por todas las reclamaciones de los cultivadores de papa, cebolla y fríjol del Páramo de Berlín, que se han convertido en esclavos del Gobierno en su propia tierra, donde otrora brillaron la prosperidad y la libertad.

 

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3 respuestas a Hierve la tierra y desaparece el agua. Por Rafael Serrano Prada

  1. Señor Alejandro Gómez Lamus
    bien el tema del ambiente,
    historia, enseñanza y luz
    para toda nuestra gente.

    Si es que la vida es la vida,
    es fundamental y urgente
    que en toda la geografía
    le den prioridad al ambiente.

    Gratitud a los que escriben
    con generoso escribir,
    pues sus lectores reciben
    una mengua en su sufrir.

    Para el humano que sufre
    nuestras letras son destellos;
    para quien solo ve el cobre
    nuestro tema no es con ellos.

    Hermosa es su remembranza,
    literatura es, e historia,
    es la tierra, es la labranza
    en nuestra fértil memoria.

    Para ejemplo, las ciudades,
    distantes del sentimiento,
    montañas de inequidades,
    polución, hierro y cemento.

    Para muestrario las cloacas
    nauseabundas de Girón,
    hipócrita historia y placas
    dizque turismo y región.

    Pobre don Simón Bolívar,
    no aceptaría otro baile,
    ni misa en la Catedral,
    ni piscina allá en el Fraile.

    Leyendo bellos mensajes
    y haciendo en coplas faena,
    disfruto los homenajes
    de estar en LA PLUMA AJENA.

  2. Doctor Rafael Serrano Prada,
    sus planteamientos enhorabuena,
    ante un ambiente de hora menguada,
    haciendo nuestra la pluma ajena.

    Un sol ardiente, un mar rugiente,
    toque y clamor por Naturaleza,
    un libro abierto para la gente
    que ha golpeado a nuestro planeta.

    Grave problema que da tristeza,
    que a ricos y pobres “El Niño” llega,
    así no tengan la grande empresa,
    así es la vida: justicia ciega.

    Del coletazo del medio ambiente
    el mundo sabe quién es culpable:
    la podredumbre no desechable
    que por la plata lo ha vuelto ardiente.

    Gandhi lo dijo, le preocupaba
    todo lo malo con sus venenos,
    el ser pasivos, y condenaba
    la indiferencia de los más buenos.

    Entonces toca, Doctor Serrano,
    seguir haciendo estos comentarios,
    hoy más que nunca —la pluma en mano—
    se hacen urgentes y necesarios.

  3. ALEJANDRO GÓMEZ LAMUS dijo:

    Estimado Don Rafael: usted tiene toda la razón, el ser humano con su mal proceder está acabando con la naturaleza; ahora es muy raro observar un río no contaminado; las otroras aguas cristalinas de La Gómez: allá no se ve el fondo de piedras brillantes que divisábamos quienes en tren o autoferro viajábamos de Barrancabermeja a Bucaramanga; La Chivirití de Galán también tiende a desaparecer, en cuanto a que Barichara necesita agua. Ni qué decir de las hermosas ciénagas de Barrancabermeja: Miramar es una cloaca; las acciones populares no alcanzaron para recuperar ese espejo de agua; Ecopetrol se desentendió, incumpliendo con el derecho colectivo al buen ambiente. Quiera Dios que las Ciénagas San Silvestre, Brava y la del Opón no estén contaminadas. Pero los colombianos estamos perjudicados con esos desalmados alzados en armas, que tomaron como violín prestado el oleoducto Caño Limón- Coveñas, vertiendo petróleo en las aguas. Y pobre gente del Putumayo, que es rehén de esas bandas organizadas de la delincuencia. La Laguna del Sapo en Zapatoca, predilecta para los Boy Scouts, para acampar y bañarse en sus aguas, no sé si se haya secado. Mi estimado don Rafael: para mí es doloroso ver el mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos y nietos. ALEJO.

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