SANDOR MARAI VIVE. Por Manuel Enrique Rey.

El 23 de febrero de 1989 hace 25 años- un disparo en la sien que él mismo se propinara, acabó con la vida de quien actualmente es considerado prominente novelista, periodista y dramaturgo centro-europeo; y según no pocos, por su prosa de inigualable sabor burgués realista, comparable sólo con la de Thomas Mann o Stephen Sweig.

Sandor había nacido en 1900 en un pequeño y desconocido pueblo del Imperio Austro Húngaro, en una Europa Central convulsionada por una serie de hechos debidos a la aspiración de poder de uno cualquiera de dos de los grupos nacidos al albur de la dicotomía del pensamiento político imperante a saber: la burguesía o el comunismo.

La disputa la apropiaba con énfasis e incluso a veces usando la violencia, la izquierda totalitaria; razón suficiente para que en el desbalanceo y en el lado opuesto y extremo llamado burguesía – como sería el caso típico de Sandor Marai- opacará al perder su apogeo y mando, su estrella de progreso y bienestar. Situación que empezaría a apagarse con la ocupación soviética de Hungría y el establecimiento del régimen comunista, que tildaba de “burgués y anti-proletario” a sus opuestos.

Marai abandonó definitivamente su país a los 48 años, ante la imposibilidad de vivir como un burgués en su patria, debido a que se había insaturado en Hungría un gobierno hegemónico, represivo, totalitario y comunista.

Tras una breve estancia en Suiza e Italia, emigró a los Estados Unidos en 1952, instalándose en Nueva York como exiliado. Palabras más, palabras menos, escritas dos años antes de suicidarse, “un exiliado, es un ser que no regresa a su hogar y, quien se ha convertido en una figura grotesca, en un santo estilista que se acuclilla en lo alto y espera que los cuervos le traigan la comida”.

Un día -18 de febrero de 1986- en una tienda compra un arma de fuego empaquetada con esmero, además con cincuenta balas. Es la primera vez en el exilio que siente algo parecido a la tranquilidad. Aunque considera no tener como plan próximo el suicidarse; sí el envejecimiento, la debilitación, la pérdida de sus capacidades avanzan al mismo ritmo, bueno es saber que podría acabar con ese humillante deterioro en cualquier momento, y no temerle a lo peor: “terminar en uno de esos vertederos institucionales, en un hospital o una residencia de ancianos”.

Sus últimas palabras escritas a mano antes de suicidarse fueron: “Estoy esperando el llamamiento a filas; no me doy prisa, pero tampoco quiero aplazar nada por culpa de mis dudas”. Se suicidó el día 21 de febrero de 1989 de un disparo en la cabeza.

“El comunismo ataca al burgués ante la imposibilidad de gozar sus privilegios”. “El pecado de la burguesía: defender la democracia”. La burguesía: “expresa un espacio para defender los valores de la emancipación en que todos tienen cabida, y derecho a la prosperidad”. Pensamientos de Marai, que podría cobrar actualidad, cuando de nuevo el pensamiento totalitario y radical pretende adueñarse del poder en las naciones.

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