Los Mutis [IV]. El poeta [III]. Por Óscar Humberto Gómez Gómez.

NOTA DEL PORTAL:  Ya los pueblos antiguos celebraban imponentes ceremonias de coronación de sus poetas más representativos. Esa costumbre se mantuvo con el tiempo en diversas naciones del orbe. Francesco Petrarca fue coronado en Italia en abril de 1341. En España lo fue José Zorrilla en 1889. En Inglaterra, fueron coronados Robert Southey, en 1813, William Wordsworth, en 1843, y Alfred Tennyson, en 1850. En Perú, José Santos Chocano en 1922. En Colombia, fueron coronados Rafael Pombo, el 20 de agosto de 1905, y Julio Flórez, este último pocos días antes de morir (14 de enero de 1923).  En Santander, el sábado 21 de mayo de 1932 fue coronado Aurelio Martínez Mutis. Otro gran bardo nuestro que iba a serlo, el poeta Ismael Enrique Arciniegas, murió cuando se estaba organizando la ceremonia (23 de enero de 1938). El último rapsoda santandereano que lo fue, el poeta comunista Pablo Zogoibi (Sebastián Antolínez), coronado el sábado 23 de abril de 1966, murió, como los otros, en la más absoluta pobreza. Y es que, en el fondo, se trataba apenas de la colocación de una corona de laurel en las sienes del homenajeado. Empero, para quienes eso representaba el ascenso del poeta a la gloria, la coronación tenía que convertirse -si de por medio estaba el pesar por la gloria ajena- en el detonante de toda la carga de envidia, antipatía y odio que se guardara contra el coronado. Con Martínez Mutis no hubo excepción. Aunque tampoco, claro, faltó quién saliera en su defensa.   

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LOS MUTIS (IV). El Poeta (III).

Por Óscar Humberto Gómez Gómez.

Miembro Correspondiente de la Academia de Historia de Santander. [A Clarita y Robertico Villamizar Mutis, con afecto]

ESTADO ACTUAL DE LA “CALLE DEL CARNERO” DE BOGOTÁ, DONDE, EN LA MÁS ABSOLUTA POBREZA, VIVÍA EL POETA SANTANDEREANO AURELIO MARTÍNEZ MUTIS EN EL AÑO 1913 CUANDO GANÓ EL CONCURSO INTERNACIONAL DE POESÍA CONVOCADO POR LA REVISTA “MUNDIAL” DE PARÍS / FRANCIA Y OBTUVO OTROS RESONANTES LAURELES LITERARIOS, A PARTIR DE LOS CUALES EMPEZÓ A SER PERSEGUIDO. [Fotografía: Google earth]

ESTADO ACTUAL DE LA “CALLE DEL CARNERO” (acera opuesta). [Fotografía: Google earth].

“Fue víctima de los envidiosos desde su juventud, debido a su carácter independiente, que no le dejaba asistir a las reuniones sociales”. (Héctor M. Ardila. Inés Vizcaíno v. de Méndez. Hombres y mujeres en las letras colombianas).

“BOGOTÁ 1913.
24 de julio de 1913. Alfonso, Rivas, Villafañe, Del Castillo y un poeta extremadamente engreído que se llamaba Martínez Mutis, laureado muchas veces en Colombia y engrandecido recientemente con el Premio Panamericano, de Cádiz, fueron a oír el debate sobre el proyecto de homenaje a Jesucristo que con motivo del inminente Congreso Eucarístico iba a llevarse a cabo en la Cámara de Representantes”. (Tomás González. “Para antes del olvido”, pág. 157).

“El tono “epopeyero” está dado desde allí: se trata de presentar a los colombianos uno de los poetas de más éxito, éste medido por las victorias en concursos de poesía; allí está el heroísmo del personaje, su hazaña; se trata de mantener vivos, al decir del Instituto Colombiano del Petróleo, “sus inmortales triunfos”, “sus inmarcesibles glorias”. Terminología que asume Cacua Prada de entrada, para exaltar la vida “Ejemplar, altiva, meritoria y patriótica” (siempre patriótica) del “aeda santandereano”, teniendo como deber “llevar a las nuevas generaciones los fastos de nuestra tierra”, rememorar a “quien ya está en los cielos” para “beneficio de nuestra tierra nativa”. Con lo cual, queda dicho todo. Esta debe ser la epopeya de Martínez Mutis, pero cantada por el aeda Cacua Prada, que en ello parece especializarse, a juzgar por la reciente epopeya de Germán Arciniegas. Así como Martínez Mutis es el poeta de las conmemoraciones y los festivos, Cacua Prada quiere hacer fiesta y conmemoración nacionales de la imagen del poeta. Pero hay que empezar por decir, volviendo a lo epopéyico, que la idealización del héroe no se logra mediante la exaltación (a qué exaltar -que es enfatizar, alardear— la imagen de lo que naturalmente es, de lo que naturalmente conmemora; si el pueblo colombiano se identifica con los poemas de Martínez Mutis, a qué tratar de ponerlo en su sitio?); la idealización del héroe se muestra (no es que se logre) en el paladeo inteligente de su obra. Pero aquí lo que se ensaya es una biografía antecedente a una antología: la biografía no ilumina la antología ni viceversa, entre otras cosas porque la vida del poeta no resulta tan connatural a sus poemas. ¿No será que lo que le preocupa a Cacua es el olvido en que se tiene a Martínez Mutis? Nunca lo deja entrever, pero, ¿cómo no interrogarse ante ese abandono de las nuevas generaciones (y también de las anteriores, diría yo)? Es claro que a quien le interesa la epopeya no le interesa la disidencia, pero ya es sintomático que el autor no se haya detenido en las numerosas reacciones adversas que provocó el “epolirismo” de Martínez en vida, por ejemplo aquélla escrita en algún diario nacional, a propósito de un nuevo poema de Aurelio Martínez, titulada “La epopeya del ripio”. No. La crítica no tiene cabida en este libro, y sólo se entabla diálogo con la disidencia desde el hecho irrefutable de que Martínez Mutis es un gran poeta, que ha ganado muchos concursos de poesía, que ha hecho suspirar a muchas audiencias, etc. (…) Aunque Cacua Prada no nos aclara de qué manera son virtudes o valores patrióticos la bohemia, la vagancia, el no trabajar para ninguna institución o el cultivo del propio ego”. (Óscar Torres Duque).

“Desde su juventud, Martínez Mutis ha tenido enemigos oscuros y silenciosos, pero implacables. Ellos surgieron por docenas a raíz de su primer triunfo literario. Es lo de siempre, tan humano y tan mezquino. La envidia sorda, que acecha y hiere en la oscuridad, el pesar del bien ajeno, esa cosa miserable que roe como un gusano las conciencias y las sociedades”. (Juan B. Jaramillo Meza).

“La generación de “El Centenario” es una típica generación posmodernista. Los sonetos de José Eustasio Rivera son de corte parnasiano y es parnasiana su excesiva preocupación por la forma; con un lenguaje inequívocamente modernista habla del paisaje llanero. Porque, como ya se dijo, estos poetas, como reacción a la tendencia extranjerizante de los modernistas, tienen un mayor sentido de lo nacional: la “Epopeya del Cóndor”, de Aurelio Martínez Mutis, seguidor del estilo épico impuesto por Darío, es un buen ejemplo de ello. Pero no solo Rivera y Martínez Mutis son posmodernistas, Barba-Jacob a su turno, es también un poeta posmodernista. Reacciona por la vía del romanticismo. Y aquí no debe olvidarse que el modernismo en sus comienzos tuvo una gran carga de romanticismo que posteriormente fue eliminada en parte por Rubén Darío y sus seguidores. Pero, por ejemplo, José Asunción Silva no constituye una reacción contra el romanticismo sino un puente entre esta escuela y las nuevas tendencias. Barba-Jacob con su rebeldía, su voluntad de evadir la realidad, su subjetivismo, el exotismo de sus temas, su atracción por la muerte y además su escritura netamente modernista, continúa en la órbita de esta escuela.
Otro ejemplo de la estética típicamente posmodernista es la poesía de Luis Carlos López. Según el esquema que se ha venido aplicando, López reacciona por la vía del prosaísmo sentimental, de la caricatura. Utiliza el lenguaje modernista para hablar de los pueblos de tierra caliente, de la provincia colombiana, siempre en forma crítica y sarcástica”. (María Mercedes Carranza).

“Se dice que la poesía es para los poetas. En realidad, los poetas son muy selectivos. Cada uno está interesado únicamente en lo suyo, en su falsa gloriola, en su tonta pedantería. Por eso Ciro Mendía no figura, o figura con cuatro líneas equivocadas en las antologías colombianas, que tantos lagarticos suelen albergar, mientras se desestiman poetas como Ciro Mendía o Aurelio Martínez Mutis, a quien se destierra hasta de las bibliotecas públicas porque ya no se lee, de lo cual deducen que nunca más será leído, como si Colombia se fuera a quedar analfabeta indefinidamente. Los libros deben permanecer en las bibliotecas, porque los investigadores los necesitarán. La cultura es patrimonio de todos”. (Jaime Jaramillo Escobar. Preámbulo a la Antología de Ciro Mendía. Universidad de Antioquia. 2001).

“El rasgo característico de su inspiración, como de su idiosincrasia, es el orgullo; un orgullo profundo, intransigente; el orgullo del hombre y del portalira que, asqueado de la vulgaridad humana, se encierra en la torre de marfil del arte (…), y arroja luego las llaves (…) por la ventana”. (Eduardo Castillo).

“La esfera conquistada supera a la mayor parte de los poemas épicos escritos en lengua castellana (…)”. La epopeya de la espiga es “una de las más bellas creaciones de la Musa nacional”. (Rafael Maya).

MONUMENTO A AURELIO MARTÍNEZ MUTIS EN BUCARAMANGA. Al fondo, el templo de San Laureano. [Fotografía de Fernando Rueda Villamizar para www.oscarhumbertogomez.com Santander en la Red].

Podríamos seguir insertando citas para mostrar cuánta controversia se suscitó alrededor de la vida y la obra de Aurelio Martínez Mutis a partir de sus triunfos, de su coronación, de eso que entre los poetas se conocía como “la gloria”. Lo cierto es que la ventura, que lo catapultaba cada vez más como poeta destacado de la primera mitad del siglo XX, también lo alejaba de los círculos dominantes del mundo literario, donde era objeto de la natural envidia, con el agravante de que, en su caso, la envidia se llevó más lejos: hasta el ataque personal y destructivo.

En respuesta a esa atmósfera hostil, una contestación propia de su personalidad, pero posiblemente equivocada, el bardo bumangués se tornaba cada vez más digno y arrogante. Su temperamento polémico y altivo lo llevaba a mostrarse ante sus enemigos como alguien que, muy a pesar de ellos, había logrado alcanzar sitiales elevados dentro de la Poesía, y eso acrecentaba el odio en su contra y el que sus adversarios procuraran, a toda costa, minimizar su importancia. Se formó, pues, un círculo vicioso: mientras más lo atacaban, él más se crecía y se tornaba altivo; y entre más altivo se tornaba, más lo atacaban. No es exagerado afirmar que Martínez Mutis se pasó la vida defendiéndose y respondiendo con altivez a quienes por doquier trataban de eclipsarlo.

LA CORONA DE LAUREL SIEMPRE FUE ASOCIADA AL TRIUNFO. DE HECHO, NIKE, LA DIOSA GRIEGA DE LA VICTORIA, ES REPRESENTADA SOSTENIENDO UNA CORONA DE LAUREL.[En la fotografía, estatua de la diosa Nike en la isla de Rodas / Grecia].

Pero más allá de la opinión sesgada y envidiosa que, finalmente, tanto daño terminó haciéndole a su memoria histórica y que lo desterró del sitio que merecía seguir ocupando dentro de la literatura, lo cierto es que Aurelio Martínez Mutis ganó todos los concursos de poesía en los cuales participó. Eso es algo que, como se leyó atrás, se vieron precisados a reconocer sus detractores, así fuera de mala gana. Por ejemplo, con su poema “La religión y la Independencia” ganó en Bogotá, en 1910, el concurso abierto por el Jockey Club con ocasión del primer centenario de la Independencia. En 1912, con su poema “Salve, España gloriosa”, ganó en Cádiz / España el concurso internacional convocado por la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias y Artes para celebrar el centenario de las Cortes gaditanas. En 1913, con su poesía “La epopeya de la espiga” ganó en Bogotá el concurso convocado con motivo de la celebración del Primer Congreso Eucarístico Nacional. En 1913, con un tríptico poético sobre Simón Bolívar, ganó, otra vez en Bogotá, el primer premio de los Juegos Florales Nacionales. En el mismo 1913, con “La epopeya del cóndor”, ganó el ya mencionado gran concurso internacional convocado por la revista “Mundial” de París / Francia. En 1920, con su gran poema “La esfera conquistada”, ganó en Punta Arenas / Chile el primer premio del concurso internacional convocado para conmemorar la gesta épica de Fernando de Magallanes. En 1921, en Santiago de Chile, con su poema “Vendimia de amor”, recibió por aclamación el laurel del triunfo en el Congreso Mariano Panamericano. En 1941, en Bucaramanga, su tierra natal, ganó el concurso abierto con motivo de los V Juegos Atléticos Nacionales.

No deja, por ello, de ser curioso, para decir lo menos, que mientras su poesía mereció el reconocimiento de figuras egregias de la misma Poesía y, en general, de la Literatura, como Rubén Darío, Rafael Maya, Guillermo Valencia, Amado Nervo, Enrique Gómez Carrillo, Ricardo León o Ernest Martinenche, y que todos los jurados nacionales e internacionales lo distinguían, los críticos lo vapulearan de manera tan acerba y con tanta obstinación. Y más curioso, que en Colombia se le haya condenado al olvido junto con su obra. Pero más curioso, que este Santander al que tanto quiso y al que tanto le cantó con sus versos, lo haya permitido y lo siga permitiendo.

EL FIN

En vida, Aurelio Martínez Mutis alcanzó a ver publicados sus libros Mármol y El romancero del tabaco, y poemas tan importantes como La Religión y la Independencia; Salve, España gloriosa; La epopeya de la espiga, La epopeya del cóndor, La esfera conquistada y Vendimia de amor.
Fue después de su muerte que salieron a la luz sus obras Biografía de Elena Mutis o un país alrededor de una mujer y Julio Flórez, su vida y su obra.

Aunque lo obvio es que un poeta trabaje precisamente escribiendo poesías, así como un pintor trabaja pintando o un escultor trabaja esculpiendo, y por eso es monumental la pifia de quien llega a cuestionarlo porque dizque se dedicaba a la “vagancia”, crítica que expresada por alguien que se presenta como “poeta” resulta aún más incomprensible y reprobable, lo cierto es que el distinguido rapsoda santandereano trabajó toda su vida ejerciendo diversos empleos en el sector público y en el privado, o desarrollando proyectos propios.

El jueves 25 de febrero de 1954, en París, cuando ocupaba el cargo de Vicecónsul en la Embajada de Colombia ante el Gobierno de Francia, y cuando contaba con 70 años de edad, Aurelio Martínez Mutis sufrió un infarto cardíaco y murió. El Gobierno de Colombia trajo sus despojos mortales a Bucaramanga. El sábado 13 de marzo se celebró la Misa solemne en el templo de San Laureano y se procedió a la inhumación en la ronda de la Capilla de los Dolores.

Años atrás, la noche de su coronación en el Teatro Santander, había leído su poema “Tierra nativa”, que culminaba con estos versos:

“Así también, tras de la suerte arcana
-garza triste que parte con su vuelo
la inmensidad- entre agua, sombra y cielo
de tumbo en tumbo rodaré mañana.
Y mientras torne a realizar mi anhelo
de alzar aquí la tienda y la alquería,
del ancho mar por el confín sonoro
me iré pensando, al declinar el día,
en unos ojos de mujer que adoro
y en el regazo de la madre mía”.

FOTOGRAFÍA TOMADA AL POETA AURELIO MARTÍNEZ MUTIS EN PARÍS EL VIERNES 4 DE SETIEMBRE DE 1953, POCOS MESES ANTES DE SU FALLECIMIENTO, OCURRIDO EL JUEVES 25 DE FEBRERO DE 1954. [Fuente: La poesía en Santander de Antonio Lagos Castro. Las fallas en la resolución son de la fuente. Escaneado y retoque digital para www.oscarhumbertogomez.com Santander en la Red: Fernando Rueda Villamizar).

No dejó riquezas que alguien pudiese heredarle. De hecho, tampoco dejó posteridad. Su testamento quedó plasmado en un soneto titulado, precisamente, con ese nombre. Poema con el cual despedimos esta secuencia sobre el poeta de los Mutis, quien al igual que los demás personajes ilustres que ha dado Santander, debería ser conocido y recordado por las nuevas generaciones de santandereanos. Y es que en sus manos está, en últimas, el evitar que ocurra lo que, a juzgar por lo visto, muchos desearían que ocurriera: que nos convirtiéramos en un pueblo anónimo, sin cultura y sin historia.
“TESTAMENTO

Haz, Ciudad de los Búcaros, querida
con amor santo de filial ternura,
que se abra un hoyo en tu heredad florida
cuando vayan a cavar mi sepultura.

Que planten un rosal, cuya futura
floración perfumada y encendida
sea el símbolo enorme de mi vida
que ardió por tí bajo la tierra oscura.

Pese a ídolos de barro, y vanidades
de mujeres, caminos y ciudades,
llenó tu luz mi corazón entero:

y así, tras las jornadas fatigosas,
quiero rendirlo en holocausto, quiero
dártelo todo, convertido en rosas”.

TUMBA DE AURELIO MARTÍNEZ MUTIS EN BUCARAMANGA. Ubicación: Ronda de la Capilla de los Dolores. Carrera 10 con calle 35. [Fotografía de Fernando Rueda Villamizar para www.oscarhumbertogomez.com Santander en la Red. Retoque digital: Pedro Jesús Vargas Cordero].

[CONTINUARÁ].

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3 respuestas a Los Mutis [IV]. El poeta [III]. Por Óscar Humberto Gómez Gómez.

  1. Mario Alberto Ordóñez Mutis dijo:

    Recordando acontecimientos de la llegada de España a Bucaramanga, el poeta y pariente Aurelio Natividad Martínez Mutis fue recibido por sus parientes en Bucaramanga, cuando se hospedó en un hotel de la ciudad, por las señoras: Elvira Mutis McCormick y su sobrina Isabel Mutis Liévano, quienes lo recordaron como persona sencilla y muy humanitario. Cabe destacar que no era recordado por su bella Literatura, sino lo fue después de su muerte. Inefable característica de los poetas de antaño.

  2. Carlos Coronado dijo:

    Dr. Oscar Humberto Gómez Gómez tenga usted muy buenos días, meses y años. Excelente artículo y reconocimiento de esta labor: nuestros poetas. Así también, además de los que nombra están: Belisario Betancur, Jorge Robledo Ortiz, Tomás Carrasquilla y otros de otras regiones, pues somos una sola nación: Colombia.

    El reconocimiento que usted da es estupendo, pues no siempre se coronan los reyes, mas el reconocimiento que usted hace de poetas sobresalientes de Santander y otras regiones es maravilloso para reconocernos como Colombianos, con un norte común que nos “coaliciona” como equipo inter-regiones a favor de un objetivo común, el cual es reconocer y trabajar por nuestra Patria: “COLOMBIA”.

    Excelente labor que hace usted al ilustrarnos con las costumbres y aportes de nuestros ancestros, nuestras raíces, pues así sabemos de dónde venimos y para dónde vamos.

    Muchas gracias en nombre de los poetas olvidados.

    Sinceramente,

    Carlos Coronado

    Nota: El mail anterior con respecto a la Salud ambiental lo hice de manera constructiva y por el bien de mis hermanos Santandereanos; mis ancestros eran Santandereanos (LOS PARRA). Y tengo cuatro hermosos hijos Santandereanos. Además quiero manifestar que he viajado por el mundo y los mejores parajes del mundo los tiene SANTANDER, y los tienen otras regiones de Colombia.

    Por favor, disculpe si el mensaje fue un poco ambiguo, no soy tan bueno escribiendo. Y aprovecho para manifestar mis más sinceros y altos agradecimientos y respetos para sus estructuradas y altruistas perspectivas multidisciplinarias a usted, GRAN SEÑOR OSCAR HUMBERTO GOMEZ GOMEZ.

  3. FERNANDO PUYANA VILLAMIZAR dijo:

    Es para mí una verdadera enseñanza de mi buen amigo, del maestro más diestro en la labranza del periodismo y en la exaltación que tan digno poeta se mereció. Solo usted, Doctor Oscar, es el indicado para revivir de esas cenizas la sapiencia de Aurelio, el empeño literario que “la desborda del estadio” y en su conciencia queda el promover y editar tan bella obra.
    El honor de la coronación en Bucaramanga le correspondió a Miriam Gómez Cornejo.
    GRACIAS, MUCHAS GRACIAS. DIOS TE BENDIGA, GRAN AMIGO.

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